domingo, 17 de octubre de 2010

1502

Y aquel día se dio cuenta de que no se acordaba de sus ojos,ni de su pelo,ni de sus manos.Pero si se acordaba del olor que se le pego en la ropa y de su compás al respirar...
Miró al horizonte y como siempre no vio nada.
Se miró y descubrió que también había cambiado,aunque aparentemente no demasiado,en su miraba se notaba menos el brillo y más la sombra y sus pupilas se cerraban,no había nada más que ver.
Pero seguía mirando...si se esforzaba podía ver alguna montaña más lejana,alguna casa tan pequeña como un punto y al igual que todas las cosas que están lejos,ella también se hacía más pequeña,se comprimía,se sentía insignificante.
Y por pensar pensaba que ni siquiera estaban mirando el mismo cielo.




1 comentario:

  1. Gracias! :) , si la verdad es que sí... Asi como también todos los extremos son malos. En el amor pasa algo parecido, lamentablemente jaja.

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